Patricia Arache
El pasado lunes, el presidente de la República, Luis Abinader Corona, y el ministro de Trabajo, Luis Miguel De Camps García, abordaron un tema de gran actualidad y que debe generar la atención por parte de sectores de la vida nacional, interesados en la solución de problemas socioeconómicos de larga data y de muy molesta vigencia.
Se trata del teletrabajo, de cuya aplicación, regulada, por supuesto, podrían desprenderse salidas importantes parciales o totales a problemas de gran incidencia en el país, aparte del impacto que provocaría en el nivel de competitividad del sector productivo nacional.
Bastaría con citar temas como el de la crisis y el caos en el tránsito y transporte vehicular; el de la incidencia de enfermedades nerviosas y cardiovasculares; el de la tasa de delincuencia, que, ha bajado, pero sigue incidiendo, y el del nivel de deterioro de la familia, cuya gravedad amenaza con desestabilizar el funcionamiento de un sistema de convivencia pacífico, que ha resistido al tiempo, con sus altas y sus bajas.
Es importante que haya sido el propio mandatario, Luis Abinader, que se manifestara ocupado sobre un tema tan vital como el del futuro del trabajo y las previsiones que deben ser adoptadas para lograr la efectividad deseada, a partir de una correcta planeación estratégica, que garantice la sostenibilidad de las medidas y favorezca a los actores involucrados, sin perjuicio de nada ni de nadie.
Los componentes básicos expuestos por el jefe del Estado para la normalización del teletrabajo confirman que existe claridad en el propósito de regular el teletrabajo y que, de alcanzarse, el país se estaría colocando a la altura de otros que, en términos de desarrollo institucional y económico, nos llevan la milla, desde hace mucho tiempo.
Abinader habló en su ya consolidado encuentro de cada lunes, identificado como LA Semanal, en el que interactúa en vivo con periodistas y comunicadores de los medios, que acuden al salón Las Cariátides, del Palacio Presidencial, sin guiones, y refieren inquietudes colectivas del momento.
Desde que el mundo fue afectado por el coronavirus y su COVID-19, en el año 2020, todo ha cambiado y con esa verdad hay que irse adecuando a las demandas de los nuevos tiempos, que no excluyen ninguna manifestación de la vida.
Si reflexionáramos sobre casos locales e internacionales inesperados, llegaremos a la conclusión de que hasta en la forma de morir ya se reflejan las metamorfosis continuas que vive el planeta. Nada es igual. Todo es diferente.
Por tanto, como expresó el presidente Abinader, es importante la creación de una normativa eficaz que defina la forma en la que los empleados deben laborar, la capacitación que deben tener y el financiamiento que se puede obtener, para un proceso equilibrado y consensuado, con la concienciación y el compromiso de responsabilidad parte de todos.
Por supuesto que, tratándose de un tema de materia laboral, la voz del ministro del área, De Camps García, era imprescindible en ese espacio.
Las palabras del ministro fueron, igualmente, enriquecedoras para quienes suelen analizar el presente y extender sus miradas hacia el futuro, en forma integral y contextualizada, para no perderse en lo claro o caerse del mundo, como decía el muchas veces galardonado periodista y escritor uruguayo, Eduardo Galeano, autor de la icónica obra “Las venas abiertas de América Latina”.
De Camps esbozó el propósito del gobierno, al tratar de regular el teletrabajo: fortalecer relaciones laborales, sin desmedro de las familiares; incrementar la productividad y facilitar el acceso a empleos formales o de calidad; y a esto le sumamos las probabilidades de resolver aspectos sociales transversales, que ya hemos mencionado.
Consciente está el Gobierno de que para lograr esos objetivos hay aspectos básicos que no deben ignorarse y uno de ellos es la capacitación, para lo que cuenta con el Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (INFOTEP), entidad tripartita funcional, reconfirmada una y otra vez en sus 43 años de existencia en sus fortalezas para la formación del capital humano. Tampoco los tecnológicos y, menos, el financiamiento.
Como sociedad, como demandantes, debemos sumarnos a esa mira hacia el futuro, incubada en un presente que ya de por sí es muy demandante, y trabajar juntos por establecer la regulación del teletrabajo, un importante paso hacia la consolidación de la productividad, la competitividad y el desarrollo social y económico de República Dominicana. ¡Vamo´ arriba!