En tiempos en que la seguridad nacional, el orden interno y el respeto a las instituciones castrenses demandan claridad de visión, firmeza estratégica y vocación patriótica, la figura del teniente general Carlos Fernández Onofre, Ministro de Defensa y comandante de larga data en el Ejército de la República Dominicana, se erige como un referente de equilibrio, sobriedad y compromiso institucional.
Desde su designación, Fernández Onofre ha demostrado que la autoridad no se impone con ruido, sino con coherencia. Su estilo de liderazgo es sobrio, técnico y alejado de protagonismos innecesarios, pero contundente cuando se trata de defender la institucionalidad militar y garantizar la soberanía nacional. Ha sabido combinar la tradición y la disciplina de las Fuerzas Armadas con una visión moderna de la defensa y la seguridad.
La República Dominicana se encuentra en un contexto regional complejo. Los desafíos en la frontera, la situación de inestabilidad en Haití, las amenazas del crimen organizado transnacional y los riesgos propios de la era digital exigen un mando militar preparado, prudente y firme. Y ese es justamente el perfil que representa el teniente general Fernández Onofre: un oficial con formación, trayectoria y sentido de Estado.
He seguido de cerca las actuaciones del Ministerio de Defensa bajo su mando, y puedo decir sin temor a exagerar que ha sabido mantener la línea de la defensa nacional sin extralimitarse ni caer en tentaciones políticas. Ha comprendido que la mejor defensa de la patria es una Fuerza Armada profesional, respetuosa de los derechos humanos y leal a la Constitución.
No es casual que sus compañeros de armas lo respeten y que dentro y fuera del cuerpo militar se le reconozca como un hombre de equilibrio. Su liderazgo es reflexivo, no reactivo. Su palabra pesa, pero no necesita elevar la voz para ser escuchado.
Hoy, cuando algunos intentan erosionar la credibilidad de las instituciones, es oportuno destacar a quienes, desde la seriedad y el compromiso, elevan la moral del servicio público. Fernández Onofre no necesita aplausos mediáticos: su legado se construye con hechos, no con titulares.
Como ciudadano, como periodista y como observador crítico de los asuntos nacionales, considero que reconocer el papel del Ministro de Defensa no es adulación, es justicia. Porque cuando un militar asume con honor su deber, sin buscar reflectores, sin interferencias políticas y con un profundo sentido de patria, merece que se le reconozca.
Y en estos tiempos, más que nunca, la patria agradece a los hombres que, como Carlos Fernández Onofre, saben servir sin distraerse.