Jimmy Rosario Bernard
¡Agárrate del asiento! La política, ese mundo de discursos y promesas, está recibiendo un soplo de aire fresco, o mejor dicho, un torrente de bits y bytes. La Inteligencia Artificial (IA) ha llegado al escenario, y no, no viene a postularse para presidente… ¡aún!
¿Alguna vez te has rascado la cabeza preguntándote cómo rayos algunas persones parecen tener una bola de cristal que les dice exactamente qué decir y cuándo decirlo? ¿O cómo parecen leer tu mente y hablar directamente a tus preocupaciones? Bueno, no es magia, es IA.
Retrocedamos a 2012, cuando Barack Obama estaba en la carrera presidencial. Su equipo de campaña, más listo que un zorro con un doctorado, utilizó la IA para analizar montañas de datos de los votantes. Identificaron patrones y tendencias que les ayudaron a personalizar sus mensajes y a movilizar a dichos votantes de manera más efectiva. Fue una jugada maestra que cambió el juego de las campañas políticas.
Avancemos a 2016, y tenemos a Donald Trump en el ring. Su campaña también utilizó la IA, pero con un giro. Utilizaron una técnica llamada “microtargeting” para dividir a los votantes en grupos muy específicos y luego personalizar los mensajes para cada uno de esos grupos. Esta estrategia permitió a la campaña de Trump llegar a los votantes con mensajes que resonaban en sus preocupaciones y valores individuales.
Y no nos olvidemos de las elecciones de medio término de 2018 siguiendo en los Estados Unidos, donde la IA fue utilizada para predecir el comportamiento de los votantes. Los algoritmos de aprendizaje automático analizaron los datos de las encuestas y las redes sociales para predecir qué candidatos tenían más probabilidades de ganar. Aunque estas predicciones no siempre dieron en el blanco, demostraron el potencial de la IA para transformar la forma en que se hacen las campañas políticas.
Y no solo eso. La IA también está cambiando la forma en que los políticos interactúan con los votantes. Los chatbots, por ejemplo, están siendo utilizados para responder a las preguntas de los votantes en tiempo real, proporcionando información precisa y relevante de manera instantánea. Es como tener un asistente personal que está disponible las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
Sin embargo, como bien dice el viejo adagio, “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. La IA, con su inmenso potencial, puede ser una espada de doble filo. Tiene la capacidad de manipular la opinión pública y propagar desinformación, lo que puede tener consecuencias perjudiciales para nuestra democracia. Por lo tanto, es imperativo que tengamos regulaciones claras y transparentes para asegurar que esta se utilice de manera ética y responsable en el ámbito político.
Aquí es donde entra en juego la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial de nuestro país. Este año, nuestro presidente, Luis Abinader, ha anunciado esta estrategia, un paso significativo hacia la regulación y el uso responsable de la IA. Esta iniciativa no solo demuestra el compromiso de nuestro gobierno con la innovación tecnológica, sino también su dedicación a proteger los intereses de los ciudadanos en esta era digital.
Así que, la próxima vez que veas una publicidad o discurso político, recuerda: la IA podría estar detrás de él, moviendo los hilos. Y no, no está intentando conquistar el mundo… ¡aún!