Ciudad del Vaticano. – El Papa Francisco falleció el pasado lunes a las 7:35 de la mañana en su residencia de Casa Santa Marta, tal como él mismo había solicitado: “morir en casa”. Así lo confirmó el doctor Sergio Alfieri, jefe del equipo médico del hospital Gemelli de Roma y responsable de su atención en los últimos años.
En declaraciones a medios italianos, Alfieri detalló que fue llamado de urgencia la madrugada del lunes por el enfermero personal del Papa, Massimiliano Strappetti. “Cuando llegué, tenía los ojos abiertos, pero no respondía a ningún estímulo, ni siquiera al doloroso. Estaba en coma. En ese momento supe que no había nada más que hacer”, relató el médico.
Según Alfieri, Francisco había expresado claramente su voluntad de no ser intubado ni sometido a maniobras invasivas, una decisión tomada durante su última hospitalización. “Sabía que sus pulmones estaban debilitados por una infección y que no había marcha atrás si lo intubábamos”, explicó.
El médico también reveló que, al momento de valorar un posible traslado al hospital Gemelli, consideraron que el riesgo de que muriera en el camino era alto. “Murió poco después, en paz, como lo había pedido”, añadió.
De acuerdo con el parte de defunción firmado por el director de Sanidad e Higiene del Vaticano, Andrea Arcangeli, la causa oficial fue un ictus que derivó en coma y posterior paro cardiorrespiratorio.
“Gracias por traerme de vuelta a la plaza”
El Papa había tenido su última aparición pública la mañana del Domingo de Resurrección, donde, en silla de ruedas y visiblemente frágil, observó la misa mientras un asistente leía el mensaje urbi et orbi. Tras la ceremonia, accedió a dar una vuelta en el papamóvil, saludando a los fieles en la Plaza de San Pedro.
Ese gesto espontáneo se convirtió en un momento de despedida. Al regresar a su habitación, Francisco le dijo a su enfermero: “Gracias por traerme de vuelta a la plaza”.
Una despedida sin ensañamiento
El Papa dejó claro, en vida, su rechazo a todo tipo de “ensañamiento terapéutico”. Strappetti, a quien consideraba como un hijo, fue quien custodió y transmitió esa voluntad en sus momentos finales.
“Es como si, acercándose al final, hubiera decidido hacer lo que tuviera que hacer”, comentó Alfieri.
El féretro con su cuerpo fue colocado este miércoles ante el Altar de la Confesión en la Basílica de San Pedro, donde miles de fieles acuden a despedirse. Será enterrado el sábado en la Basílica de Santa María la Mayor, según su deseo.