Washington (AP).— El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, llegará este lunes a la Casa Blanca para reunirse con el mandatario estadounidense, Donald Trump, en medio de la creciente colaboración entre ambos países en temas migratorios. La visita se enmarca en la creciente relación bilateral que ha convertido a El Salvador en un actor clave en las políticas migratorias de Estados Unidos, particularmente en el contexto de las deportaciones masivas.
Desde el pasado mes de marzo, El Salvador ha recibido a más de 200 inmigrantes venezolanos deportados desde Estados Unidos, a quienes la administración Trump acusa de estar involucrados en pandillas y actividades criminales. Estos inmigrantes han sido recluidos en una de las prisiones más temidas de El Salvador, en las afueras de la capital, San Salvador. Sin embargo, esta cooperación también ha generado preocupaciones sobre el trato que reciben los deportados, especialmente en lo que respecta a la falta de transparencia en torno a los casos.
En este contexto, Bukele, quien ha mantenido una fuerte popularidad en su país gracias a su agresiva lucha contra las pandillas, se ha convertido en un aliado crucial para la administración Trump. Trump ha elogiado públicamente el trabajo del presidente salvadoreño, señalando que está resolviendo “muchos problemas” relacionados con la inmigración, aunque las pruebas de las acusaciones de vínculos pandilleros entre los deportados aún no se han hecho públicas.

Un acuerdo millonario por la deportación de inmigrantes
En un acuerdo reciente, Estados Unidos se comprometió a pagar aproximadamente 6 millones de dólares a El Salvador para mantener a los inmigrantes deportados en prisión durante un año. Esta cooperación ha sido clave para las ambiciones de deportación de la administración Trump, que busca frenar la inmigración ilegal desde América Latina.
Además, el presidente Bukele ha mostrado su disposición a seguir colaborando con Estados Unidos, e incluso ha respaldado públicamente las deportaciones, a pesar de que algunos fallos judiciales han bloqueado temporalmente el envío de algunos inmigrantes. A pesar de las tensiones legales, Bukele ha dejado claro que está dispuesto a continuar con el acuerdo, como lo evidenció su mensaje en redes sociales tras el retraso de un vuelo con deportados: “¡Uy… demasiado tarde!”, escribió.
Las implicaciones de la cooperación bilateral
La cooperación entre ambos gobiernos también ha planteado interrogantes sobre el trato que reciben los deportados, especialmente aquellos que no deberían ser enviados a El Salvador según las normativas internacionales. En uno de los casos más recientes, Kilmar Ábrego García, un residente de Maryland, fue deportado a El Salvador por error a pesar de tener una orden judicial que impedía su deportación. La administración Trump ha indicado que está dispuesta a facilitar su regreso a Estados Unidos, pero las autoridades salvadoreñas han respondido que el destino de los ciudadanos debe ser decidido por su propio país.
Por otro lado, la relación entre Bukele y Trump también se ha visto afectada por las críticas de la administración Biden, que ha cuestionado el autoritarismo de Bukele y sus políticas internas. La postura de Estados Unidos ante El Salvador se complicó a medida que Bukele tomaba medidas más drásticas contra la oposición política y los derechos humanos en su país.
¿Un acuerdo más allá de la migración?
A pesar de las tensiones, la visita de Bukele a Washington podría abrir nuevas puertas en otros frentes. Según César Ríos, director de la Asociación Agenda Migrante de El Salvador, es fundamental que la visita no se limite a gestos diplomáticos y se traduzca en “acciones concretas que beneficien a los salvadoreños tanto en el país como en el exterior”. Se espera que el presidente salvadoreño también plantee temas como la reducción de los aranceles impuestos por Trump, que han afectado negativamente la economía de El Salvador.
Relación bilateral: De la inmigración al comercio
La cooperación entre ambos presidentes ha sido clave para reducir el número de salvadoreños que intentan cruzar la frontera estadounidense. Sin embargo, la relación de Bukele con Estados Unidos se ha complicado bajo la administración Biden, que ha cuestionado públicamente las prácticas autoritarias del presidente salvadoreño, especialmente las restricciones a las libertades civiles durante el estado de excepción que ha durado tres años.
A pesar de ello, el Departamento de Estado de Estados Unidos actualizó recientemente su alerta de viaje para El Salvador, destacando la disminución de la violencia de pandillas en los últimos años, un aspecto clave para los ciudadanos estadounidenses que visitan el país.
Conclusión
La visita de Bukele a la Casa Blanca subraya la creciente importancia de El Salvador en la estrategia migratoria de Trump, pero también plantea interrogantes sobre los derechos de los inmigrantes y las implicaciones para la política interna de ambos países. Mientras se avanzan acuerdos sobre deportaciones y seguridad, la pregunta sobre qué beneficios concretos recibirá El Salvador en este contexto sigue abierta.