Patricia Arache
A tres meses de la llegada del primer contingente policial de Kenia a la vecina República de Haití, nada favorable ha ocurrido en esa empobrecida y maltratada nación, sobre cuyo Estado, muchos se limitan a repetir una y otra vez que es “fallido”.
Un 25 de junio, doscientos (200) agentes de esa policía de élite llegó a Puerto Príncipe el 25 de junio, con cascos y equipos de combate, portando armas de distintos tipos y sosteniendo en alto la bandera nacional de Kenia.
Tres semanas después, arribó un segundo grupo policial, igualmente, bien equipado y armado, tan motivado y decidido, como el anterior, a las que más recientemente se han sumado militares y policías de Jamaica y Belice, que llegaron al aeropuerto internacional Toussaint Louverture, en Puerto Príncipe, Haití, el pasado día 12 de septiembre de 2024.
Haití y su gente siguen hundidos en la más profunda miseria, sin gobierno, sin instituciones, sin Estado, sin educación, sin salud, sin alimentos, con hambre, enfermedades, carencias, dolores y miedos, muchos miedos.
En Haití no hay nada más que patrullas policiales y militares mixtas, criollas y extranjeras, que rondan por sus polvorientas y enlodadas calles, armados y activos, ante las cuales los hambrientos y paupérrimos ciudadanos tiemblan y engullen sus angustias, sus necesidades y sus deseos.
Carente de todo lo imprescindible para la vida, agua, salud, alimentos, la sociedad haitiana ve pasar los días, semanas, meses y años sin que encuentre una esperanza tenue que les permita pensar en que existe un mañana, un futuro una salida.
Si bien es cierto que la situación de seguridad en Haití es catastrófica, porque depende del estado de ánimo en el que se encuentren las pandillas que lidera
Hay datos que desgarran el alma, la vida y la pretensión de quienes abogan por la dignidad de la gente, en cualquier parte del mundo: “Sólo el 28 % de los servicios sanitarios funcionan con normalidad en Haití, casi 5 millones de personas, la mitad de la población, sufren inseguridad alimentaria aguda y al menos 700.000 personas han sido desplazadas en Haití. Más de la mitad de ellas son niños”.
¡Dios! Hay que preguntar, si esas estadísticas tan tétricas se reducen o combaten con un aumento del patrullaje policial local o internacional en las calles de Haití.
¿Quién puede responder? ¿Qué dice la comunidad internacional?, pero, sobre todo, ¿Qué dice la dirigencia política haitiana, aparte de esperar que otros, los de fuera, se drenen pensando en soluciones para las históricas falencias sociales que ha arrastrado ese país, clasificado como el más pobre de América?
La historia socio-política de Haití, el primer país de América en obtener su independencia (1 de enero 1804), ha sido y es traumática y sus liderazgos atomizados, sin norte ni sur, sin intención de respuestas a la colectividad, más aparentemente basado en las convicciones del “sálvense quien pueda”.
Mientras, las pandillas de Jimmy Chérizier (Barbecue) siguen sembrando el terror, mediante asesinatos, secuestros, asaltos y advertencias, el pueblo sin esperanzas de acceder a la comida, la salud, la vivienda, el agua potable y otros tantos servicios básicos.
En las últimas horas, el primer ministro haitiano, Garry Conille, anunció la creación de un consejo electoral provisional, para que comience a organizar un proceso comicial, que no se ha llevado a cabo en Haití, desde el 2017, cuando resultó electo como presidente el empresario Jovenel Moisé, ultimado el 7 de julio del 2021.
De acuerdo a la previsión, las elecciones generales en Haití se realizarían en noviembre del próximo año, 2025, pero, probablemente, poco importa a los más de 11 millones de hambrientos y sedientos haitianos que solo cierran los ojos para imaginar un mendrugo de pan o un vaso de agua fresca en sus resecas bocas, silenciadas ante la violencia y la miseria.
“No tengo ninguna duda de que juntos seremos capaces de restablecer la seguridad. Ayudaremos a los desplazados a regresar a sus hogares. Reactivaremos nuestra economía. Haremos los cambios necesarios en nuestra Constitución. Y, por último, celebraremos elecciones el año que viene y habrá un nuevo gobierno el 7 de febrero de 2026”, prometió Conille. ¡Ojalá que así sea! ¡Que viva la esperanza!